La era obligada de la producción y el consumo responsable

Daniel Herrera. Representante de la OLAJ (Organización Latinoamericana de Agroempresarios Jóvenes Ac) ante el Reino de Los Países Bajos.

La actual pandemia derivada de la propagación del virus Covid-19, nos ha dejado como sociedad global, grandes aprendizajes con respecto a la manera irracional en que nos comportamos y la manera en que consumimos.

Compras de pánico, estantes vacíos y las disputas por el último rollo de papel higiénico son solo algunos de los más penosos ejemplos de lo primitivo que sigue siendo el ser humano.

La actual pandemia, también ha puesto en evidencia la fragilidad de la cadena de suministro del sector agroalimentario, la cual se extiende desde el campo hasta el pasillo del supermercado.

Una fragilidad aún más preocupante, cuando nos damos cuenta que el eslabón más lastimado de esta cadena sigue siendo el agricultor. Quien además de perder su cosecha, pierde su ingreso y el salario de los trabajadores del campo.

Hasta el momento, las cadenas alimentarias se han restablecido principalmente en  Europa y en otros lugares del mundo, sin embargo, en muchos otros lugares  (principalmente en los países en vías de desarrollo), este no ha sido el caso.

Mucho más allá de los efectos negativos que han impactado ya a aquellos países que dependen del procesamiento y envío rápido de los productos perecederos para los estantes occidentales, la producción local de alimentos también se ha visto afectada.

Los supermercados suelen ser el único punto de contacto real entre el consumidor y la cadena alimentaria, y por ello deberán tener un papel más activo en el diseño de estrategias que aseguren la sostenibilidad de la producción de alimentos en el futuro.

El liderazgo político y comercial será crucial para resolver las tensiones inherentes entre el precio, la disponibilidad y la sostenibilidad. Establecer parámetros sobre lo que debe contarse como verde, elevar los estándares ambientales para la producción, reducir el desperdicio de alimentos; Todas estas deberían ser áreas objetivo en los próximos meses y años. Las acciones que ahora son más urgentes que nunca tendrán que limitarse a un área limitada del sistema alimentario, sino que deben tener en cuenta los efectos secundarios y terciarios que tendrían en el sistema alimentario; tampoco podemos trasladar la carga del precio de la sostenibilidad de un eslabón de la cadena a otro, menciona Robert de Graeff

(Senior Policy Advisor -European Landowners’ Organization).

“Tenemos que repensar lo que comemos y cómo lo producimos. El sistema agroalimentario global ofrece hoy a la sociedad productos que uno tendría dificultad en caracterizarlos como alimento, y esto trae consecuencias desastrosas para la salud pública. Es una dimensión crucial cotidiana de la relación entre sociedad y naturaleza que la pandemia nos obliga a repensar”, menciona  Ricardo Abramovay Profesor y economista de la Universidad de Sao Paulo).  https://bit.ly/2LJNeE0

“Advierto muchas potencialidades para ALC sobre todo si reconceptualizamos nuestra visión sobre el sector agropecuario de ALC en función de visualizarnos como bioeconomías. Es urgente en mayor o menor medida, promover y profundizar en la producción limpia, sostenible, de recursos biológicos renovables en toda la cadena”, menciona Guillermo Valles (Ex director de Comercio Internacional de la Conferencia de las Naciones Unidas Sobre el Comercio y el Desarrollo UNCTAD).  https://bit.ly/2WJWhew

En la actualidad, 80% de los alimentos producidos en el mundo provienen de pequeños agricultores, los cuales generalmente en Latinoamérica,  carecen de acceso a tecnologías limpias, modernas y ágiles capaces de mejorar sus sistemas de productivos y asegurar la salud y perdurabilidad de sus tierras. Un contexto que pone en peligro el futuro de los agroalimentos del mundo y de la  región.

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