El experto en agronegocios y en relaciones internacionales, Darinel Herrera, analiza para nuestro portal el valor de los agronegocios de Latinoamérica y México en la Unión Europea. Además, vislumbra las orientaciones de los emprendimientos en agronegocios en la “nueva normalidad” en la etapa POST-COVID 19.
– ¿Qué beneficios va a aportar al sector agroalimentario mexicano el Acuerdo Comercial entre la UE y México?
-El sector agroalimentos es y seguirá siendo uno de los pilares principales de la economía mexicana.
Un sector que pese a las adversidad, ha sabido mantener a flote su producción y flujos comerciales internacionales. Lo cual ha permitido la continuidad de la entrada de divisas en beneficio de la economía mexicana.
Sin duda, el TLCUEM beneficiaria e impulsará directamente el intercambio comercial de agroalimentos entre México y la Unión Europea, especialmente por los beneficios que este otorga cuestión arancelaria (Libre tránsito de agroalimentos mexicanos dentro de la UE a excepción de cárnicos, cereales y lácteos).
– ¿Cómo se van a plantear los agronegocios en Latinoamérica en la etapa POST – COVID 19?
-La palabra que mejor define a esta etapa de la historia desde mi punto de vista seria incertidumbre. A ciencia cierta, nadie sabe lo que va a suceder.
Sin embargo, si tratamos de entender el comportamiento del mercado y la geopolítica, podemos vislumbrar cambios interesantes en el modelo económico y productivo global.
Considero que en la etapa post-covid será necesario re definir a la brevedad, una agenda común con necesidades compartidas. Una agenda regional que atienda los intereses y necesidades de América Latina y el Caribe. Así como las prioridades de sus principales socios comerciales internacionales.
Desde mi perspectiva, esta nueva agenda de cooperación regional e internacional debe abordar por lo menos cuatro ejes esenciales que aseguren solidez del ecosistema agroalimentario latinoamericano.
Los cuales cito a continuación:
- Apertura comercial e impulso de los productos agrícolas latinoamericanos en el mercado internacional. A través de una mayor flexibilidad regulatoria, compromiso y fidelidad comercial por parte del mercado internacional y de los socios comerciales.
- Inversión en la profesionalización y tecnificación del campo. A través de estímulos fiscales, acceso a capitales y fondos de inversión que permitan la automatización y estandarización de los procesos productivos del sector agrícola latinoamericano.
- Cooperación internacional interregional. A través de acuerdos y objetivos internacionales que permitan a latinoamérica y a otras regiones económicas del mundo, generar soluciones conjuntas en pro de la sostenibilidad de la agricultura y de las relaciones comerciales.
- Transferencia efectiva del conocimiento y sostenibilidad agrícola . A través de la colaboración con empresas, gobiernos y universidades posicionadas globalmente como líderes en desarrollo e innovación agrícola (como Israel y Los Países Bajos).
Un nuevo modelo de colaboración y transferencia de conocimiento que nos permitan como región, aprender, adaptar e implementar técnicas productivas sostenibles, trazables y amigables con el medio ambiente, apoyadas en la tecnología.
– ¿Qué consejos daría a los emprendedores que quieren iniciar un agronegocio en la “nueva normalidad”?
-Que inicien su emprendimientos en temas relacionados con la sostenibilidad, la seguridad alimentaria, la transformación digital y el internet de las cosas. Estos temas dejaron de ser una tendencia, para convertirse en una prioridad inmediata para el sector agroalimentario.
– ¿Qué cualidades tiene que reunir un agroempresario que quiere emprender en estos tiempos?
-Hoy más que nunca se requiere un alto control de la incertidumbre y un pensamiento pragmático que nos ayude a innovar y resolver sobre la marcha.
Como diría un buen amigo, en este momento el mundo entero es una startup.
– ¿Qué posibilidades va a ofrecer la Unión Europea a México que no se tienen en Estados Unidos?
-Desde mi experiencia, la principal característica que diferencia al mercado europeo del mercado norteamericano es la Fidelidad comercial y la búsqueda de relaciones comerciales de largo plazo por parte de los importadores. Generalmente el mercado estadounidense se rige por la ley de oferta y demanda y poco o nada le interesan las sociedades comerciales con los productores.
En segundo lugar, citaría la responsabilidad y compromiso social corporativo. Hoy por primera vez en la historia , la salud y la sostenibilidad están por encima del beneficio económico.
Europa ha dejado claro este mensaje con sus certificaciones y ha apostado por una nueva era comercial donde las cadenas de suministro deben contar con un alto grado de trazabilidad y transparencia total. Esto incluye la medición precisa de la huella ambiental, el monitoreo del uso de agroquímicos, la verificación de la producción de alimentos seguros y auténticos, y el respeto al medio ambiente, a nuestro planeta y a todos los que trabajan en las cadenas de producción y suministro.
– ¿Cuáles son, a su juicio, los desafíos a los que se enfrentan los agroempresarios en Latinoamérica a corto y medio plazo?
-A mi juicio, al corto plazo percibo un nuevo contexto global que está obligando a las personas y a las empresas a consumir lo necesario y a impulsar el consumo local y sostenible. Lo cual, refleja un escenario poco alentador para los exportadores.
Cuando las cadenas de suministro globales fueron interrumpidas (por el coronavirus), las personas y las empresas empezaron a buscar alternativas de consumo locales. Alternativas que tal parece, llegaron para quedarse (al menos mientras sigamos confinados).
A mediano plazo, veo un aumento en la demanda de los consumidores, una exigencia en la trazabilidad y transparencia de los productos, así como unas cada vez más complejas certificaciones de calidad y responsabilidad social. Un proceso de profesionalización y tecnificación del campo que sin duda, representa uno de los mayores retos para el sector agroalimentario de Latinoamérica.
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